Al respecto comenta que, si bien fue la industria minera la que impulsó en un principio la desalinización, otros actores se han ido sumando a esta alternativa, como la industria sanitaria, tal es el caso de Aguas de Antofagasta o la planta de Econsa, en Copiapó; mientras que, por otra parte, está la agricultura. Sin embargo, para este último sector los costos de las plantas desaladoras son aún muy elevados, lo que hace inviable su desarrollo de manera específica para esta actividad.
Ante esta situación, Quezada señala que la mirada de la compañía apunta al desarrollo de plantas de desalación en un formato multisectorial: “Se están generando algunos proyectos multiuso (que se hacen cargo de estas necesidades) en zonas inmediatamente al norte de Santiago, con la idea de poder dotar de agua desalada a algunos proyectos mineros y, al mismo tiempo, eventualmente a algunas comunidades rurales y agrícolas. Entonces, se está abriendo esta necesidad de tener, probablemente, plantas desaladoras multiuso para hacerse cargo de las demandas de agua desalada que distintos sectores realizan en el marco de la sequía. Esto ya es una realidad”, afirma.
Al respecto, el ejecutivo explica que la compañía cuenta con experiencia en el desarrollo de proyectos del tipo EPC, partiendo por la identificación de nuevos requerimientos o necesidades de la industria, planteando soluciones de reingeniería de vanguardia acordes a las exigencias medioambientales presentes y futuras que enfrentará el país. Por ello, agrega, están participado en todos los procesos de licitaciones relacionadas con gestión hídrica propuestos para los próximos años, tanto a nivel nacional como latinoamericano.
Revisa la entrevista completa de Lionel Quezada, en la Edición Especial Gestión de Recursos Hídricos de Reporte Sostenible aquí.
